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Braquiterapia: el tratamiento menos invasivo y más efectivo para el cáncer de próstata

En los últimos años ha habido un avance importante en el tratamiento del cáncer de próstata. Se han desarrollado nuevos procedimientos y técnicas que facilitan la recuperación de los pacientes, proporcionando una tasa de supervivencia mucho más elevada que las técnicas más tradicionales. El tratamiento menos invasivo y más efectivo es la braquiterapia, que ofrece una disminución del riesgo de metástasis y un posoperatorio sin riesgo de incontinencia urinaria, disfunción eréctil o sangrado.

El Dr. Benjamín Guix Melcior, especialista en Oncología y Director de la Fundación IMOR, ha utilizado esta técnica para el tratamiento del cáncer de próstata y ya ha conseguido excelentes resultados en más de 2.000 pacientes tratados en casi 20 años de seguimiento.

Braquiterapia de próstata, ventajas del tratamiento

El diagnóstico precoz del cáncer de próstata es esencial para que el tratamiento sea menos agresivo, más efectivo, y que la calidad de vida del paciente no se altere. Si un hombre de 50 o 55 años a quien se le ha detectado un cáncer de próstata tiene que someterse a una prostatectomía radical por un tumor poco agresivo, después tiene riesgo de incontinencia urinaria y disfunción eréctil. Este tipo de tumor puede curarse con otros métodos más efectivos, como la braquiterapia.

La braquiterapia es el tratamiento ideal para tratar tumores pequeños de próstata. La intervención se realiza en un solo día, con anestesia local. Apenas tiene riesgo de sangrado, ni de incontinencia urinaria y el de disfunción eréctil también es muy bajo. Además, es igual de efectiva que la cirugía, con una tasa de curación de casi el 100%.

Antes de someterse al tratamiento, el paciente debe acudir a consulta donde se le hace una primera visita y se analiza si es buen candidato o no para este tipo de tratamiento.

En caso de recurrir a la braquiterapia, al paciente se le aplicará anestesia intradural y, posteriormente, por vía rectal, se le introducirá un ecógrafo para ver en 3D la próstata en una pantalla y calcular así dónde colocar unas pequeñas fuentes radioactivas o “semillas”. Estas irán haciendo efecto durante unos meses, hasta que van decayendo, más o menos a los 6 meses. No harán falta más sesiones sino únicamente seguimiento de los niveles de PSA, para que este baje.

La importancia de las revisiones periódicas

A partir de los 50 años aumenta la incidencia de cáncer de próstata, por lo que a partir de esa edad habría que empezar a realizar revisiones periódicas. No obstante, en algunos casos los pacientes son más jóvenes, por lo que está mal realizar revisiones cada cierto tiempo.

Generalmente los valores normales de PSA antes de los 50 son de 0 a 4. Si un varón de 40 años tiene el PSA en 0,2 y después en 0,4 significa que está aumentando, por lo que tendrá que hacerse analíticas más frecuentemente. El PSA es un antígeno específico de la próstata, no del cáncer de próstata y se identifica con una analítica normal. Hay patologías benignas, como una infección de orina o una prostatitis que pueden elevarlo. Esto significa que hay personas con PSA elevado sin cáncer. En cambio, apenas hay casos de cáncer de próstata sin elevación del PSA. La curva de PSA permite seleccionar a aquellas personas con más riesgo de sufrir cáncer de próstata y de esta manera poder detectarlo y tratarlo a tiempo.

 

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