Cuando llegamos a los 65, nuestro cuerpo ya no es el que era y resulta más habitual sentirse cansado, con menos fuerza y energía.
Envejecer es natural, pero está en nuestras manos cuidarnos y tomar una decisión: elegir envejecer bien. ¿Qué significa envejecer bien? Es cuidarse, aceptar que el cuerpo cambia y con él nuestra capacidad de hacer ciertas cosas, pero también mantener vivos tus sueños, probar nuevos proyectos y mantener una actitud vital y positiva a diario.
Para ello debemos ayudar a nuestro cuerpo siguiendo hábitos de vida saludables: el ejercicio y la alimentación son la clave.
 
Masa ósea y muscular
Nuestro cuerpo tiene más de 600 músculos. Algunos de ellos nos permiten movernos, como los de los brazos o los de las piernas, pero hay muchos otros músculos que debemos tener en cuenta, como los que necesitamos para respirar, para comer, incluso para parpadear
¡Algo tan importante como el corazón no funcionaría de no ser por la masa muscular! Además, los músculos actúan también como factor de protección de cara al hueso. Un músculo frágil provoca que el hueso esté desprotegido, provocando una mayor sensación de inestabilidad y mayor riesgo de caídas, fracturas… En cambio, un músculo fuerte, robusto, permite que el hueso quede más protegido y adherido, con lo que tendremos mayor equilibro al caminar y mejor calidad de vida.
A partir de los 40, la masa muscular y ósea comienza a disminuir progresivamente y, con los años, esto puede afectar a la capacidad de destreza y movimiento, lo que la Organización Mundial de la Salud llama capacidad funcional.

la importancia de la proteína
Las necesidades del cuerpo cambian y, por ello, es importante adaptar nuestra alimentación a cada etapa vital. Por ejemplo, a partir de los 65, el cuerpo necesita más proteínas.
La proteína es un componente de la dieta, presente en alimentos como carnes, pescados, lácteos, huevos, frutos secos y legumbres, que actúa como material de construcción y mantenimiento de nuestra musculatura. Es importante la cantidad diaria que se ingiere, pero también su calidad, ya que no todos los alimentos contienen proteínas de alta calidad, así como su distribución en las principales comidas. Hay otros componentes en la alimentación como el calcio o la vitamina D, presentes principalmente en los productos lácteos, que también resultan de gran importancia para mantener unos huesos sanos, y por lo tanto, deberían formar parte de la dieta habitual.
Lo recomendable es asegurar unas pautas de alimentación adecuadas para alcanzar las necesidades y seguir una alimentación equilibrada. Pero en aquellos casos en que la ingesta no es adecuada o suficiente, ya sea por falta de apetito, problemas en la masticación u otros asociados a la edad, se puede suplementar, cuando sea necesario.

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