Vitamina D, luces del demonizado sol

Maria P. Pujadas
Los elogios son esquivos con el astro más brillante del planeta desde que los médicos lanzan advertencias constantes sobre los riesgos de la sobreexposición en la salud. Advertencias justificadas si atendemos al aumento de la incidencia de los tumores de piel en los últimos cuatro años en España, un 38% según la Asociación Española de Dermatología y Venereología (AEDV); o los 150.000 casos que se diagnostican anualmente en España de este tumor que, solo en el último año, se cobró 600 muertes. Sin embargo, no todo son sombras cuando hablamos de nuestro vecino más cercano y fuente principal de vitamina D. La prueba es que recientemente se ha desatado un alarma mundial al detectar que entre un 80 % y un 90 % de la población está por debajo de los niveles óptimos de este compuesto, encargado de aumentar la salud musculoesquelética y reducir la mortalidad asociada a problemas óseos en algunos grupos de población. Especialmente, en ancianos y otros grupos de riesgo.
Cada vez son más las personas que acuden a su médico de cabecera solicitando un control de su nivel de vitamina D, debido a la alarma generada recientemente. Sin embargo, la dermatóloga de la AEDV, Yolanda Gilberte llama a la calma y señala que solo deberían solicitarlo aquellas personas que formen parte de los grupos de riesgo. Entre ellas, personas:
- • Con pieles oscuras, puesto que necesitan mayor cantidad de sol para sintetizarla.
- • Mayores, ya que con la edad se pierde la capacidad de síntesis de vitamina D. Es especialmente recomendable en mujeres mayores de 65 años.
- • Lactantes durante el primer año de vida, sobre todo si toman el pecho.
- • Que apenas se exponen al sol y pasan la mayor parte del tiempo a cubierto. A estas personas les propone compensarlo con la alimentación.
- • Obesas, porque la vitamina D es liposoluble y se acumula en la grasa, lo cual provoca niveles más bajos.
UN PROBLEMA MUNDIAL
"La alarma surge porque se ha producido un cambio en nuestro estilo de vida, ya no estamos tan expuestos al sol y hacemos más vida a cubierto", afirma la dermatóloga de la AEDV, Yolanda Gilberte.
La fuente más importante de producción de vitamina D son los rayos UV de tipo B que, al ser absorbidos por la piel, son sintetizados por nuestro organismo hasta alcanzar la forma de vitamina D, fundamental para permitir la absorción intestinal de calcio y fósforo.
La Revolución Industrial que se vivió en el norte de Europa a finales del siglo xviii provocó hacinamiento en las ciudades, escasez de alimento y polución. Un caldo de cultivo ideal para el denominado raquitismo, una enfermedad del hueso en crecimiento que apareció en forma de pandemia infantil en las principales ciudades de la época debido a una carencia de vitamina D. Era la primera vez que salían a la luz los efectos positivos de la exposición al sol para la salud.
Hoy el raquitismo en niños es residual, pero existen evidencias científicas de que la vitamina D también influye en el desarrollo del cáncer de colon, la enfermedad cardiovascular, los procesos autoinmunes o las infecciones. Aún más, que unos niveles óptimos de la denominada vitamina del sol, además de producir endorfinas que nos predisponen para el buen humor, aumentan el deseo sexual y reducen la depresión, también generan efectos positivos sobre algunas de las enfermedades autoinmunes más prevalentes e, incluso, sobre el cáncer. Según algunos estudios, podría disminuir su incidencia y mejorar la supervivencia de los pacientes que ya lo padecen.
CONTROVERSIA
Gilberte señala que aún existen controversias en el estudio de la vitamina D. Por ejemplo, acerca de un marcado sanguíneo óptimo o de sus niveles deseables. "En América se recomienda que esté por encima de los 20 nanogramos por milímetro y en otros países consideran que entre 20 y 30ng/mm es insuficiente", explica, y añade: "No hay que volverse locos con la vitamina D".
La dermatóloga considera, por ejemplo, que solo las personas que formen parte del grupo de población en riesgo de carencia de vitamina D (mayores de 60 años, personas que viven muy a cubierto, lactantes, personas de piel oscura o con obesidad, entre otros) debería comentar con su médico de cabecera la posibilidad de realizarse una analítica para controlar su nivel de vitamina D.
Consciente de la elevada prevalencia de enfermedades de la piel, Gilberte recalca la importancia de una exposición responsable. En un país como el nuestro, señala, basta con tomar el sol entre 10 y 15 minutos, tres veces a la semana de abril a septiembre e incrementar el tiempo de exposición hasta los 20 o 30 minutos diarios de octubre a marzo. Y dado que la radiación biológica efectiva para lograr niveles óptimos de vitamina D se da en las horas centrales del día, que coincide con la radiación que más eritema produce, recomienda el uso del fotoprotector.
No es casualidad que la vitamina D sea conocida como la vitamina del sol. No en vano, obtenemos el 80 % de esta sustancia a través de un proceso tan simple como tomar el sol. En los meses más fríos o temporadas más a cubierto, podemos optar por reforzar su asimilación aumentando la procedente de otras fuentes, como la alimentación, a la que se atribuye un 20 % del aporte total. ¿Y qué hay de los suplementos? "Lo saludable es combinar una exposición limitada de sol junto a una adecuada alimentación y la administración de suplementos cuando sean necesarios”, señala la dermatóloga Yolanda Gilberte.
- • Alimentación. La vitamina D se obtiene principalmente de la ingesta de alimentos como los huevos y los champiñones, pero sobre todo del pescado graso. Y en particular, del salmón. "Los países del norte de Europa no gozan de tanto sol como los del sur, pero, por el contrario, tienen más salmón para compensar", dice la dermatóloga.
- • Suplementos. No es recomendable abusar de ellos, dado que tener niveles excesivos de vitamina D puede ser contraproducente. "Pueden provocar piedras renales o placas de ateroma", señala Gilberte.