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Atención al exceso de prolactina

El aumento patológico de la tasa de prolactina en sangre puede causar importantes desarreglos.

Núria Berlanga

La prolactina es una hormona que se produce en la hipófisis y que interviene en diferentes funciones fisiológicas, entre ellas varias relacionadas con el aparato reproductivo, tanto en hombres como en mujeres. Pero, sin duda, es sobre todo conocida por ser la hormona responsable de la estimulación de la secreción de leche materna tras el parto, momento en el que se produce en las mujeres un pico en su producción.


Signos de alerta
Sin embargo, si la prolactina es una hormona necesaria para el buen funcionamiento de nuestro organismo, un exceso en su producción puede comportar importantes desarreglos. Hablamos, así, de hiperprolactinemia cuando la presencia en sangre de dicha hormona es anormalmente alta sin estar relacionada con la lactancia u otras causas fisiológicas, como pueden ser el sueño o tras el coito, momentos en los que la secreción de dicha hormona aumenta de forma natural. Se consideran valores elevados cuando la concentración en sangre es mayor de 20 ng/ml en las mujeres y mayor de 16 ng/ml en hombres.


Hombres y mujeres
El aumento patológico de la prolactina en las mujeres inhibe la secreción de determinadas hormonas relacionadas con la ovulación. Por ello, uno de los síntomas más habituales de la hiperprolactinemia femenina es la amenorrea o ausencia de menstruación o los ciclos menstruales muy largos o muy cortos. También puede producirse secreción láctea por el pezón sin que esté justificada por el embarazo (galactorrea), dolores de cabeza, así como disminución de la libido, sequedad vaginal y problemas de fertilidad debidas al descenso de la producción de estrógenos. En los hombres, algunos de los síntomas más frecuentes son el descenso del apetito sexual, la disfunción eréctil, la disminución de la masa muscular, las cefaleas y la infertilidad.


¿A qué se debe?
Las causas más frecuentes de un aumento patológico de los niveles de prolactina en sangre son: el consumo de determinados fármacos (como estrógenos, antidepresivos tricíclicos, algunos antihipertensivos, etc.); la aparición de un tumor en la hipófisis, normalmente benigno y denominado prolactinoma, que altera la capacidad de secreción hormonal de la glándula pituitaria y, si no se trata, puede llegar a afectar a tejidos adyacentes; el hipotiroidismo; y la insuficiencia renal crónica. Tras el necesario diagnóstico, el tratamiento se realiza a base de fármacos que normalicen los índices de prolactina en sangre y se prolonga hasta que estos estén plenamente estabilizados.

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