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Un té para cada ocasión

Clara Marín

Tal y como explica la Asociación Española de Té e Infusiones (asociacionteinfusiones.es), las variedades del té que todos conocemos responden al tipo de procesamiento que hayan sufrido las hojas, yemas y tallos de la planta de la que proceden, la Camelia sinesis, así como de su grado de oxidación. Este arbusto, que se cultiva en más de 40 países del mundo y crece de manera silvestre en Oriente Medio, se emplea para preparar una infusión que puede presumir de ser, después del agua, la bebida más popular del mundo. Contiene minerales como el sodio, el potasio y el flúor; vitaminas A, B, C, E y P; y componentes antioxidantes.

1. Té verde y té blanco
Son las dos variedades de té menos manipuladas, sin fermentar, y las que contienen menos cafeína. El verde se prepara con hojas que se secan y fragmentan o enrollan justo después de su recolección. El blanco con las más jóvenes, las yemas que aún no se han oxidado (de ahí su color blanco, que le da nombre), que se someten a un proceso de secado. Estas dos variedades son las más ricas en antioxidantes y vitaminas y destacan por sus propiedades diuréticas. Para su preparación, los tés verde y blanco precisan solo dos minutos de infusión.
2. Té oolong
Conocido también como té azul, ha sufrido una fermentación parcial de las hojas, a menudo enteras, tras su recolección, lo que lo sitúa entre los tés verdes y los negros. Es rico en minerales y vitaminas, facilita la digestión y, además, aporta taninos y polifenoles (antioxidantes). Se recomiendan tres minutos de infusión.
3. Té negro
Este tipo de té ha sufrido un proceso de fermentación completa tras su recolección, otorgándole su característico color rojizo y su sabor intenso. Es el más rico en cafeína.
2. Té rojo
Llamado también pu-ehr, región de China de la que procede, este tipo de té ha sido sometido a un intenso proceso de fermentación que puede prolongarse entre 2 y 60 días. Durante este tiempo, las hojas de té se depositan en barricas de bambú que le otorgan su peculiar color cobrizo. Es diurético y favorece el metabolismo de las grasas.
3. Té rooibos
A diferencia de los anteriores, este tipo de té no procede de la plana del té, sino de la de rooibos, especia sudafricana que le da nombre. Entre sus propiedades, destaca su sabor ligeramente dulce y afrutado y la ausencia de cafeína en su composición.
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