Si vas al spa, sé precavido

Marta Llanos
1. Elige un buen centro. Un spa (palabra que proviene de la expresión latina salus per aquam, que significa «salud mediante el agua»), no es un balneario. En un spa no se utiliza agua mineromedicinal (con propiedades curativas), sino agua normal con la que se realiza hidroterapia (el agua presenta diferentes temperaturas y estados –vapor, chorros, burbujas...– y con ello se consigue mejorar el estado físico y emocional). Si esa es la opción que deseas, asegúrate de buscar un centro en el que puedas sentirte cómoda y que disponga de lo que desees, ya sean saunas, piscinas termales, duchas, jacuzzis...
2. Pregunta sin vergüenza. Muchas personas no han ido nunca a un spa. Si es tu caso y no te atreves a dar el paso porque no sabes qué encontrarás exactamente o cómo desenvolverte en esa situación, no te apures. Los trabajadores del centro están para ayudarte. Una buena opción es llamar previamente y hacer todas aquellas preguntas que te acechan: ¿Hay que llevar toalla? ¿Disponen de chanclas para los usuarios? ¿Hay posibilidad de comprar bebida y algún tentempié? ¿Qué servicios entran exactamente en el precio? ¿Cuánto tiempo puedo pasar en las instalaciones? ¿Existen contraindicaciones? Así, el día que vayas, puedes centrarte únicamente en disfrutar de la experiencia.
3. Ante la duda, vuelve a preguntar. Aunque existen centros de hidroterapia con servicios muy diferentes, es muy posible que te abrume la cantidad de propuestas estéticas y terapéuticas que también se ofrecen en el spa que has elegido. Masajes con aceites esenciales, envolturas corporales, terapias anticelulíticas, tratamientos para el cutis... y todos ellos presentados con nombres de lo más tentadores. Para no llevarte sorpresas, pregunta al personal en qué consiste cada uno de ellos y cuál podría ser el más adecuado para ti.
4. Observa las instalaciones. En los spas y centros termales se dan dos condiciones idóneas para que proliferen determinados microorganismos que pueden dar lugar a infecciones: humedad elevada y altas temperaturas del ambiente en algunas zonas. Por ello, aunque estos centros presten la máxima atención a la limpieza y mantenimiento de sus instalaciones, lo recomendable es extremar la precaución y evitar andar descalzo en zonas como las duchas, aseos, vestuarios, saunas, jacuzzis, cabinas de tratamientos o los exteriores de las piscinas.
5. Antes de ir... Lo ideal es acudir al spa sin hambre, y no excesivamente cansado. Asimismo, evita beber alcohol o tomar comidas copiosas antes de acudir al centro o, muy probablemente, no disfrutarás la experiencia. Recuerda que el objetivo de tu visita es lograr un mayor bienestar, por lo que estar pensando en comer –o en lo que no deberías haber comido– no te dejará aprovechar al máximo la vivencia.
6. Respeta las normas. Cada spa dispone de sus propias reglas. A la llegada, el personal te informará sobre los aspectos básicos a tener en cuenta. Generalmente, estos consisten en hacer un uso apropiado de las instalaciones, utilizar calzado adecuado, respetar los tiempos máximos de estancia en piscinas, saunas y jacuzzis, avisar a algún empleado si te mareas o presentas malestar, etc.
7. ¿Está contraindicado? Hay casos en los que las sesiones de spa están desaconsejadas. Es el caso de personas con problemas cardiovasculares, tensión alta o muy baja, afecciones vasculares, tumores en tratamiento, cirugías recientes, heridas abiertas, etc.
8. Consúltalo con el médico. Antes de arriesgarte a correr ningún riesgo, por mínimo que sea, pregunta al médico si tu estado de salud te permite disfrutar de un día de spa. Y es que puede estar desaconsejado, también, para algunas personas con trastornos alimenticios, anemia o problemas psicológicos como la claustrofobia.
9. Embarazo y parto. La mayoría de médicos recomiendan esperar al segundo trimestre de gestación para disfrutar de una sesión de spa, sobre todo si quieres hacerte algún tratamiento extra. Si estás embarazada de más de tres meses, te encuentras bien y no tienes un embarazo de riesgo, diabetes gestacional o preclampsia –y siempre habiéndolo consultado antes con el ginecólogo–, un rato de relax y tranquilidad puede ser una estupenda opción para dedicarte un poco de tiempo. Eso sí, evita cambios muy bruscos de temperatura, la incidencia de chorros fuertes en la zona del vientre y las lumbares y pasar mucho rato en zonas con temperaturas muy elevadas, ya que, sobre todo en fases avanzadas de la gestación, se podrían desencadenar contracciones. Y lo mismo tras dar a luz, momento en el que el cuidado de una pasa a un segundo plano, eclipsado por atender las necesidades del bebé: una vez pasada la cuarentena y con el beneplácito de tu médico, una sesión de hidroterapia puede ser un fantástico regalo para desconectar.
10. No vayas. Por último, aunque sea obvio, no acudas a un spa si tienes algún problema de salud de carácter infeccioso, ya sea dermatológico (herpes, pie de atleta. etc.), ocular (conjuntivitis) gastrointestinal, respiratorio o genitourinario. Todos los usuarios desean disfrutar de un momento de bienestar sin miedo a regresar a casa con algún virus o bacteria nuevos en el organismo, por lo que no los expongas a un posible contagio.