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Falta de sueño en los adolescentes

El 75 % de los jóvenes no duerme lo necesario, lo que repercute en su conducta y su salud física y mental.

Ariane Basaguren

La falta de sueño en niños y adolescentes está directamente relacionada con una mayor probabilidad de sufrir depresión, disfunciones conductuales y problemas de aprendizaje. A esta conclusión ha llegado un nuevo estudio llevado a cabo por el Departamento de Salud de la Universidad de Nueva York que subraya que una media de 75 % de los estudiantes de escuela secundaria (entre 16 y 18 años) duerme menos de ocho horas al día, y un 11 % de escolares de entre 6 y 12 años no llega a nueve. En total, casi dos horas de falta de sueño diarios que repercuten en su salud a la hora de aprender, comportarse y gestionar sus emociones. Tanto es así que las rutinas matutinas habitualmente se convierten en batallas a contrarreloj, pero el problema real subyacente es mucho más complejo: cuando los adolescentes no duermen todo el tiempo que su organismo requiere, sufre su cerebro, su comportamiento y su salud física. Además, durante la pubertad, los jóvenes experimentan una especie de retraso en su reloj biológico: empiezan a estar programados para permanecer despiertos hasta más tarde y, por lo tanto, deberían despertarse con menos celeridad. Sin embargo, los horarios escolares —algunos empiezan ya a las 8 de la mañana— no corresponden con ese nuevo reloj hormonal, lo que causa un estado de jet lag o desfase horario permanente. El resultado: una sensación de adormilamiento constante que frena la concentración y la capacidad de retentiva y aprendizaje y, por consiguiente, el rendimiento escolar.

demasiadas pantallas
Cuando el déficit de sueño se alarga en el tiempo, las consecuencias pueden ser más graves y manifestarse en forma de ansiedad y depresión tempranas. Y es que los menores que duermen poco suelen estar 'acelerados' durante el día, un comportamiento fácilmente corregible mediante un horario fijo para acostarse y la supresión de dispositivos electrónicos, televisión y demás pantallas. La multitud de estimulaciones producidas por los videojuegos, las redes sociales, las series online y los servicios de mensajería instantánea son una fuente clave de distracción y del problema; y más si se utilizan —como lo hacen muchos adolescentes— justo antes de acostarse e, incluso, cuando ya están en la cama. Una reciente carta abierta dirigida a Apple subraya precisamente esta peligrosa tendencia y pide al gigante tecnológico que investigue el efecto del uso de los dispositivos electrónicos en la salud mental de los jóvenes. Según demuestran sus autores, los estudiantes que usan constantemente las redes sociales "tienen un 27 % más de riesgo de sufrir depresión" y los que pasan cinco o más horas al día en dispositivos electrónicos, "un 51 % más de dormir menos de siete horas al día".


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