Por Nuria Berlanga
Medusas, que no te estropeen el verano

Es un hecho. La población de medusas en el Mediterráneo ha aumentado en los últimos años y cada vez llegan en mayor cantidad a nuestras costas. Las causas son múltiples: el incremento de las emisiones de CO2 ha provocado una mayor acidificación y un acrecimiento de la temperatura del agua que ha afectado a diferentes especies de peces. Así, las medusas tienen menos depredadores y cuentan con menos competidores por su alimento, el plancton. La sobrepesca es otra de las causas, así como el descenso de las lluvias en época invernal, que han supuesto que en las costas haya menos agua dulce, ya que los ríos desembocan en el mar con menor caudal. En este sentido, el agua dulce afecta a la flotabilidad de las medusas: al haber menor aporte, los aguamares pueden llegar a las costas arrastrados por las corrientes con mayor facilidad.
Atención a los niños
La presencia de estos animales hace que, sin caer en alarmismos, valga la pena extremar las precauciones. Y es que las picaduras de medusas pueden ser muy dolorosas. Los aguamares almacenan el veneno en sus tentáculos. Cuando estos entran en contacto con un cuerpo extraño, lanzan una especie de dardos que son los que contienen el veneno. Al rozar la piel, la sensación es de dolor y similar a la de una quemadura. Cuánto más delicada sea la piel de la zona afectada -por ejemplo, los párpados, la boca o el cuello- más dolorosa será la sensación. También dependerá de la superficie de piel afectada: cuanto mayor sea, más graves serán los efectos. Algo que hay que tener en cuenta con los niños, para los que una picadura afectará siempre una proporción del total de su piel mayor que para una adulto. El haber sido picado con anterioridad puede también hacer que la reacción sea mayor.
Afortunadamente, las especies de medusas que encontramos en el Mediterráneo no son las más venosas y es común que los efectos de las picaduras sean leves. Sin embargo, pueden darse reacciones alérgicas, por lo que es importante estar atentos a su evolución y acudir al hospital más próximo si aparecen síntomas como hinchazón excesiva, náuseas, vómitos, calambres musculares o dolor de cabeza.

En los niños, las picaduras acostumbran a ser más importantes, ya que afectan a una proporción del total de su piel mayor que para un adulto

Medidas de prevención
Según el protocolo de la Cruz Roja, los socorristas colocan la bandera amarilla, junto con la bandera con el dibujo de la medusa, en caso de que haya habido 10 picaduras de medusas en cuatro horas seguidas y la bandera roja cuando hay 20 personas afectadas durante dos horas. La bandera amarilla indica precaución en el baño y cuando ondea junto a la bandera de medusas se recomienda no meterse en el agua más allá de la cintura y mirar bien que a nuestro alrededor no haya medusas. Cuando se indica bandera roja, está prohibido adentrarse en el mar.
Desde el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente se recomienda, además, el uso de protectores solares que tengan también un efecto repelente sobre las medusas y que las personas que pasen un tiempo prolongado en el agua utilicen gafas y traje de neopreno o lycra. No deben tocarse las medusas muertas, o los fragmentos de ellas que puedan encontrarse en la orilla, puesto que su poder urticante puede continuar activo hasta 24 horas fuera del agua.
Cómo reaccionar
Ante una picadura, el Ministerio recomienda no rascar ni frotar la zona afectada; lavar la zona con agua marina (nunca con agua dulce); quitar los posibles restos adheridos con pinzas para evitar el contacto directo con las manos; aplicar frío para calmar el dolor (durante no más de quince minutos); no utilizar remedios caseros como amoníaco, vinagre u orines; desinfectar la herida con alcohol yodado durante 48 o 72 horas dos o tres veces al día; y, si queda una herida abierta, protegerla y desinfectarla regularmente hasta que cicatrice.
En cualquier caso, si estamos en una playa vigilada, siempre es aconsejable acudir al punto de atención de la Cruz Roja más próximo y seguir las recomendaciones del personal sanitario.

Avispas y abejas, más picaduras en verano
Tanto las avispas como las abejas están más activas a partir de la primavera y también en verano. Además, al pasar más tiempo al aire libre e ir menos cubiertos de ropa las posibilidades de sufrir una picadura son mayores. Tanto para abejas como para avispas, si no somos alérgicos la picadura producirá en un primer momento una sensación intensa de dolor localizado en el punto en el que el insecto ha inoculado el veneno que posteriormente irá acompañada de enrojecimiento de la piel e hinchazón. Para calmar el malestar, podemos aplicar una bolsa de hielo sobre la picadura durante veinte minutos. En el caso de ser alérgicos, hay que acudir inmediatamente al centro hospitalario más cercano.
Los insectos pican al sentirse amenazados por lo que hay que evitar realizar aspavientos para ahuyentarlos. Además, se sienten atraídos por la comida y las bebidas dulces y por los olores fuertes por lo que es fácil que se nos acerquen si comemos al aire libre.

Si quieres saber más sobre salud, nutrición y bienestar, visita lavanguardia.com/vida/salud