la importancia del estilo de vida
Dr. Joaquim Gironella Coll Urólogo-Andrólogo.
Director Médico del Instituto Laser Medical Rent


Un clásico dicho popular reza que somos lo que comemos, a lo que se podría añadir por asociación de ideas que también podemos ser lo que pensamos. En realidad, en términos de salud somos esto y mucho más. De hecho, la física cuántica ha demostrado las interrelaciones entre pensamiento y realidad, afirmando que cuando creemos que podemos, en realidad podemos. El caso es que el cerebro no hace diferencias entre lo que ve y lo que imagina, porque las mismas redes neuronales están implicadas: para el cerebro, es tan real lo que ve como lo que siente.
Esto nos lleva a poder afirmar que si nos proponemos algo, tenemos muchas probabilidades de conseguirlo si sabemos separar la realidad, nuestra realidad, de la ficción.
De hecho, esto es lo que intuyó en 1974 el ministro de Sanidad canadiense, Marc Lalonde, cuando publicó un perspicaz informe que revolucionó la forma de entender y promocionar la salud al plantear el realista concepto de determinantes de la salud. El conocido Informe Lalonde, (mejorado posteriormente y de fuerte inspiración para la OMS) es válido hoy en día y describe exactamente cuatro aspectos: biología, entorno, estilo de vida y asistencia. Es decir, somos lo que llevamos en los genes, lo que interactuamos, lo que comemos y lo que nos propone el sistema sanitario. Lo que el Informe Lalonde puso de manifiesto en primer lugar es que, en gran parte, la salud es una responsabilidad nuestra y, después, de las Administraciones. Así, puso en evidencia el gran valor, tanto económico como personal, que deberían tener la prevención y la promoción de la salud para los ciudadanos y para la misma sociedad. Los datos corroboran la realidad de los factores que determinan nuestra salud. De una forma aproximada, se calcula que el potencial de reducción de mortalidad del estilo de vida puede llegar a un 43 %, mientras que el porcentaje de costes o de consumo de recursos sería del 1,5 %. En el lado opuesto, la asistencia contribuiría en un 11 % en la reducción de la mortalidad, mientras que los costes se acercarían al 90 %. La biología, un 27 %, contra un 7,9 %; y el entorno, un 19 %, contra el 1,6 %.
Estos parámetros muestran claramente que el estilo de vida determina más en muchos casos, por ejemplo, el riesgo de cáncer que la genética, muchas enfermedades cardiovasculares, lesiones del aparato locomotor y un larguísimo etcétera.
Esto es importante, teniendo en cuenta que el estilo de vida, a diferencia de los códigos genéticos, es algo modificable.
En otras palabras, fabricamos una buena parte de nuestra realidad desde la forma en que procesamos nuestras experiencias, es decir, mediante nuestras emociones.
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