Síndrome del ojo seco
Irene Vicente

El síndrome del ojo seco es un trastorno provocado por un déficit de lágrima (por una producción insuficiente o su evaporación excesiva), que impide que el ojo se mantenga hidratado. Generalmente, se trata de algo puntual y de poca importancia, derivado de permanecer en espacios poco ventilados o con aire acondicionado; en el exterior, cuando hay mucho viento; o tras pasar horas frente al ordenador sin efectuar un adecuado parpadeo. No obstante, a veces, el síndrome es más intenso y está causado por una mala calidad de las lágrimas como consecuencia de la disfunción de las glándulas de Meibomio o la inflamación del párpado (blefaritis), y puede causar, además de molestias, problemas visuales y lesiones en la córnea y la conjuntiva. En cualquier caso, no hay que olvidar que la sequedad ocular puede afectar a cualquier persona, aunque hay grupos de mayor riesgo, como las mujeres durante la menopausia y las personas que padecen ciertas enfermedades (como la diabetes) o que consumen fármacos antihistamínicos o antidepresivos, entre otros.
SÍNTOMAS Y TRATAMIENTO
Los signos más habituales de este síndrome son el enrojecimiento de los ojos, la sensación de tener algún cuerpo extraño en su interior, molestias en el uso de lentillas, pinchazos, picores, sensibilidad a la luz, ojos llorosos, fatiga ocular, visión borrosa, molestias en la conducción nocturna, mucosidad… Si tienes alguno de ellos y se dilatan en el tiempo, debes acudir al oftalmólogo, donde te aplicarán el tratamiento oportuno que, probablemente, incluya el uso de lágrimas artificiales (pueden adquirirse sin prescripción médica) o lubricantes en gel (más espesos que las lágrimas y de uso nocturno, ya que pueden emborronar la visión).
PREVENCIÓN
La mejor prevención del síndrome del ojo seco es la revisión. Acudir al oftalmólogo de forma periódica (cada seis meses) te ayudará a controlar cualquier molestia. Además, es recomendable proteger los ojos con gafas de sol, evitar espacios con exceso de aire acondicionado, alejarse de ventiladores o zonas con corrientes de aire; utilizar humidificadores en casa; evitar el humo del tabaco; limpiar los párpados a menudo y con cuidado; y aumentar el consumo de vitamina A y ácido omega-3.
Si quieres saber más sobre salud, nutrición y bienestar, visita lavanguardia.com/vida/salud