Xavier Cagigós, Director Escola Pàlcam. Arquitecto y maestro
La arquitectura al servicio de la educación

Hasta hace unos años la conjunción de arquitectura y educación se percibía como un hecho marginal para algunas escuelas, quedando relegado al mínimo confort del profesor y a una pincelada tecnológica con alguna pantalla digital. En cambio, hoy en día, todo apunta a que arquitectura y educación estén obligadas a entenderse y a trabajar unidas. El motivo de este razonamiento es extremadamente sencillo: el alumno es el centro del sistema educativo y, por ello, la arquitectura de la escuela debe adaptarse a esta premisa. De hecho, cabe recordar un aclamado artículo de la Universidad de Salford que recoge esta necesidad, ya que se constató que el diseño del aula influye en un 25% en el aprendizaje de los alumnos
Las escuelas debemos adaptar nuestra arquitectura al servicio de la educación, un binomio esencial y necesario que ha puesto en el centro del debate pedagógico la configuración de todas ellas. Debemos apostar por espacios versátiles más amplios y polivalentes, alegres, con un nivel sonoro adecuado y con buena iluminación. Todo ello acompañado de un mobiliario funcional adaptado al alumno y a las nuevas metodologías.
Dos ejes justifican estos cambios: la felicidad y la innovación pedagógica. Por un lado, necesitamos recrear espacios simpáticos para que el alumno se sienta feliz y a gusto, ya que es el condicionante esencial para adquirir conocimientos. Esta sinergia entre felicidad y arquitectura se refleja en la creación de lugares agradables a la vista, la mejora del sonido, de la acústica y del aislamiento, y la iluminación con luz natural. Esta parte emocional de la educación no podemos en ningún momento olvidarla. Por otro lado debemos abrir las puertas a la innovación metodológica para que las aulas sean un punto de encuentro entre alumnos y profesores. Consideramos que los métodos tradicionales de enseñanza tienen que complementarse con estas nuevas alternativas pedagógicas, como trabajo cooperativo o aprendizaje basado en problemas y todo ello mediante el impulso de las TAC. Nuestras instalaciones deben favorecer un aprendizaje mejor, con un mobiliario funcional y atractivo para trabajar de maneras diferentes, con unas paredes flexibles para aprovechar el espacio y escribir en ellas, con mesas y sillas ergonómicas que nos ayuden a poner en práctica nuevas dinámicas, y con los mejores recursos digitales disponibles.
En definitiva, las instalaciones las debemos entender como un puzle de muchos colores y piezas diferentes para obtener unas nuevas aulas, donde el espacio sea polivalente, flexible y modulable.