BUENAS PERSPECTIVAS PARA EL SECTOR EN 2016

El año 2015 fue un buen punto de partida de acuerdo con los datos macroeconómicos, especialmente si nos centramos en el crecimiento del PIB español y la creación de ocupación, lo cual hace mejorar la renta disponible de los hogares. Otros elementos que han beneficiado la economía han sido el aumento del crédito bancario y la reducción progresiva de la deuda en el sector privado. El resultado es que las entidades financieras se encuentran en mejor situación para conceder créditos hipotecarios por los efectos positivos de la reestructuración y la consolidación bancaria.
La consolidación del ciclo de recuperación en el sector inmobiliario residencial es una realidad. Tanto la demanda como los precios de la vivienda finalizaron el ejercicio de 2015 con repuntes moderados, en línea con la evolución positiva detectada un año antes y que señaló el comienzo de un cambio de tendencia que se venía esperando durante más de siete años.
La tónica de recuperación del mercado inmobiliario se mantiene, con el apoyo del incremento de la demanda de crédito para la adquisición de vivienda. Una muestra de esto es la evolución de las compraventas de viviendas que aumentaron significativamente en 2015. Aun así, las divergencias territoriales y el exceso de oferta hacen prever una evolución dispar de los precios.
En Cataluña, el PIB de la economía catalana aumentó hasta un 3,6%, con crecimientos a la alza en la industria, la construcción y los servicios. En este sentido, el sector también se beneficia directamente de esta dinámica de crecimiento favorable. Concretamente, la construcción creció un 5% y se espera que lo continúe haciendo en los próximos meses. Todo parece indicar que el segmento de la edificación residencial crecerá mucho por encima del total de la construcción; el 2015 mostró un repunte en las ventas que empieza a agotar el stock en algunas localizaciones, los precios han logrado el punto de inflexión y empiezan a mostrar signos positivos, el crédito para nuevos proyectos reaparece así como para la compra de vivienda que evoluciona con una mayor fluidez.
De hecho, en 2015 la cifra de las viviendas iniciadas llegó hasta la cota de las 6.000 unidades en frente de las poco más de 3.800 del año anterior; una cantidad que, si bien es importante porcentualmente, todavía es insuficiente para atender las necesidades del crecimiento de la formación de nuevos hogares, teniendo que construir entre 20.000 y 25.000 unidades nuevas anuales. Esta mejora de confianza en las perspectivas de crecimiento, entendemos que dibujan un escenario óptimo para nuevos proyectos.
Curiosamente, las compraventas de viviendas usadas volvieron a crecer en detrimento de las transacciones de las de nueva construcción. Este contraste tiene una explicación sencilla. Por un lado, algunas de las viviendas que en los registros se contabilizan como usadas, en realidad son nuevas debido a la propia metodología estadística. Y, además, hay que tener en cuenta que las operaciones de compraventa que se hacen sobre plano, estadísticamente, hasta que se formalizan las escrituras públicas de estas viviendas y se inscriben en el Registro de la Propiedad no se reflejan como transmisiones.
Desde la Asociación hemos venido señalando que la recuperación del mercado inmobiliario no supondrá en modo alguno un regreso a los niveles de demanda de los años del boom inmobiliario. El descenso de la población, sobre todo por el saldo migratorio, la toma de conciencia de que los precios inmobiliarios sí pueden bajar y, especialmente, una tasa de paro próxima al 20% suponen cambios estructurales en el mercado que hacen impensables unos niveles de demanda anuales muy elevados.
Sin embargo, la lejanía de estos máximos no implica que no estemos ante un escenario de crecimiento de las ventas de vivienda, que se verán impulsadas por una serie de factores que vale la pena señalar: un ciclo económico expansivo unido a la mejora del empleo, una reducción de los costes de financiación y de la morosidad hipotecaria, la ausencia de alternativas de inversión (excepto en renta variable) y la ausencia de inflación dibujan un contexto favorable a la inversión en vivienda, y la continuidad de la tendencia por la compra como alternativa dominante de acceso a la vivienda.
De cara al 2016, las perspectivas son positivas, a pesar de que presentan considerables riesgos a la baja. Según las últimas estimaciones del Gobierno central, la economía española crecerá el 2,7% anual como consecuencia de la rebaja del precio del petróleo. La buena marcha prevista de la actividad económica se basa en los factores que apoyaron al crecimiento el ejercicio anterior (los bajos precios del petróleo, la rebaja impositiva, una política monetaria expansiva y la depreciación del euro), los cuales se mantendrán este año, a pesar de que lo hagan con menos intensidad, de forma que todo hace pensar que continuarán impulsando el consumo y la inversión.
En definitiva, que los indicadores de actividad y de confianza confirman un buen inicio de año y, por lo tanto, apoyan a la alza de las previsiones. La presencia de grúas en el paisaje urbano con el inicio de nuevas promociones en aquellos municipios en los que más se ha absorbido el stock no engaña. Sin embargo, la incertidumbre política y un entorno externo menos favorable incrementan los riesgos a la baja sobre este previsible escenario.