PRÓRROGA DE LAS LICENCIAS DE OBRA

Son bastantes los proyectos inacabados en el paisaje de Cataluña; edificios públicos y privados languidecen desde el inicio de la crisis. Los expertos alertan que además de estar a medio hacer, algunos no responden a los usos para los que fueron proyectados, además de sufrir las consecuencias del paso del tiempo. Continuar las obras supone una notable inversión con el objetivo de recuperar su vida útil.
Naturalmente, una solución final sería su derribo, lo cual también resulta costoso; esta solución ya se dio en Irlanda e, incluso, la Sareb se lo planteó hace unos tres años para algunos edificios.
La reactivación que está teniendo lugar en el ámbito sectorial de la construcción residencial no se manifiesta sólo en el comienzo de nuevos proyectos de obra nueva, sino también en la finalización de muchos de ellos cuyas obras la crisis ha tenido paradas durante todos estos años.
Estas obras ya dispusieron en su momento de una prórroga de sus licencias -que por cierto finalizaba el 31 de diciembre del pasado año-, por lo cual se precisaba de una nueva prórroga para poderlas acabar.
En la actualidad todavía son muchos los municipios de Cataluña que tienen en sus calles edificios pendientes de acabar; algunas obras llevan paralizadas desde el año 2008, al comienzo de la crisis"
NECESIDAD DE RENOVACIÓN DE LA PRÓRROGA
Todavía son muchos los municipios catalanes con construcciones sin finalizar; algunas llevan paralizadas desde el 2008.
Finalmente, la necesidad de una renovación de la prórroga de caducidad de las licencias de construcción para el ámbito residencial podría ser una realidad en virtud de la Ley de Acompañamiento a la Ley de Presupuestos para este año.
Esta necesidad está plenamente justificada si se tiene en cuenta que las obras parcialmente ejecutadas disponen de una licencia inicial que no incluía –total o parcialmente-, el contenido del actual Código Técnico de la Edificación, lo cual representa que en la mayoría de casos estas obras paradas no se podrían retomar, con lo que para ellas su único futuro plausible era su derribo, con un más que notorio perjuicio para las empresas afectadas. En esta oportunidad la solución, es decir, la prórroga, podría tener una vigencia de dos años con lo que se considera tiempo suficiente para terminarlas.