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Amaya 80 años de buena cocina en el corazón de Barcelona

La Rambla es el corazón de la ciudad de Barcelona, la avenida por excelencia y una de las calles más famosas del mundo. Allí, en el número 20, abrió sus puertas en 1941 el Restaurante Amaya. Hoy, casi 80 años después, se mantiene firme en su intención de conservar sus esencias, que no son otras que la cocina tradicional y de calidad.

El Amaya fue un proyecto de Antonio Mailán y José Marcé, que llevaban tiempo en el sector como cocinero y camarero, respectivamente. Decidieron poner en marcha su negocio y abrir las puertas de un restaurante en el que ofrecer cocina tradicional vasca elaborada siempre con productos de primera calidad. Pronto se unió al proyecto Antoni Torralba, conocido en el barrio y por los clientes del Amaya como ‘El Capi’. “Nuestro abuelo llegó al restaurante como aprendiz, se colocó en la barra y allí permaneció hasta su jubilación. Cuando los herederos de los fundadores decidieron no seguir con el negocio, mi familia optó por comprar el restaurante”, explica Mireia Torralba, responsable actual del negocio junto a su hermana Laia. Ellas son el exponente del relevo generacional en el Amaya porque, como afirma Laia, “mi abuelo no lo fundó, pero sí estuvo aquí desde el principio; luego fue mi padre quien se hizo cargo del Amaya y tras su jubilación somos nosotras, la tercera generación, quienes estamos al frente”.

El rabo de buey, las kokotxas, el txangurro o las angulas siempre han formado parte de la carta del restaurante, y componen una oferta pensada para los amantes de los platos de cuchara

El Amaya, hoy

Actualmente, sentarse a la mesa del Amaya representa disfrutar de la buena mesa y de una equilibrada carta compuesta por platos tradicionales vascos y cierta influencia mediterránea. “El rabo de buey, las kokotxas, el txangurro o las angulas siempre han formado parte de la carta del restaurante, y componen una oferta pensada para los amantes de los platos de cuchara, de la sobremesa y de la cocina de temporada”, explica Mireia Torralba.

Sin embargo, el restaurante no ha dado la espalda a la evolución que ha experimentado La Rambla en los últimos años y ha intentado, con éxito, aproximar este tipo de comida también al cliente procedente del turismo. “Son muchos los turistas que nos descubren por casualidad y acaban viniendo a comer o a cenar varios días durante su estancia en Barcelona”, afirma Laia. “Para este tipo de cliente y también para el público más joven hemos querido presentar toda nuestra carta también en formato tapa. De hecho, el Amaya tuvo en su día una barra dedicada a las tapas, pero las reformas para modernizar el local hicieron que desapareciera, así que hemos decidido recuperar de algún modo ese tipo de comida en formato más pequeño que tanto aprecia la gente joven”, sostiene su hermana Mireia.

De cara al futuro, las responsables del Restaurante Amaya coinciden en afirmar que el gran reto es recuperar al cliente local. “Hasta no hace mucho, los barceloneses no solían pensar en La Rambla cuando hacían planes para ir a cenar, pero creo que es algo que está cambiando. Ahora vuelven a venir porque, entre otras cosas, cada vez son más los grupos de restauración de cierta calidad que se están instalando aquí y que, junto a nosotros, han mejorado mucho la oferta gastronómica de la avenida. En nuestras manos está que nuestros vecinos contemplen La Rambla no solo como un lugar para pasear, sino también para disfrutar de una buena comida”, concluyen las hermanas Torralba.