Juli Pérez-Català, arquitecto
“Me ilusiona imaginar algo que aún no es y llevarlo a cabo”
Con más de treinta años de experiencia en el sector de la arquitectura, Juli Pérez-Català ha liderado proyectos desde pequeña escala, en el que la sensibilidad con el detalle es protagonista, hasta gran escala, dónde la capacidad de organización y la eficiencia son el diferencial.
-¿Cómo se inició en el mundo de la arquitectura?
Me inicié cultivando una doble vida profesional que me abrió diferentes caminos. Por un lado, proyecté espacios públicos de escala grande y compleja como un puerto deportivo, un pabellón en la Expo 92 de Sevilla o museos, etc. Y por el otro, me dediqué al diseño de espacios interiores y escenografía, por ejemplo, como director de escenografía de TV3, dirigiendo cuarenta programas en simultáneo. Ambos caminos me educaron en el cuidado del detalle y en la gestión y proyección de la complejidad de la gran escala. Asimismo, tras esa época diseñé grandes atracciones en Terra Mítica y varios hoteles a nivel de obra civil e interiorismo. Pero la experiencia profesional más dilatada de mi estudio siempre ha sido en proyectos de viviendas nuevas y, sobre todo, de rehabilitaciones integrales.
Para asegurar el resultado de los proyectos, ofrecemos también los servicios de gestión integral de obras.
-En su estudio, ¿cuál ha sido la clave para superar la crisis?
Ha sido una crisis muy profunda que, en nuestro caso, hemos superado adaptándonos al ciclo. Y es que, a lo largo de nuestros 30 años de experiencia profesional, periódicamente se han dado cambios en el sector y en nuestros clientes, lo que nos ha enriquecido enormemente. Además de esta experiencia multidisciplinar vivida, la formación de arquitecto nos ha ayudado y capacitado para proyectar diferentes encargos como museos, viviendas, parques, hoteles o puertos… Recuerdo que en el 2000 proyecté por primera vez un hotel, el Hotel Capital, que resultó ganador del Premio Nacional Hotelero. Como experto, me invitaron a dar unas conferencias internacionales en la Ciudad de las Ciencias de Valencia sobre el futuro de la arquitectura hotelera, pero mi única experiencia en ese momento era ese hotel. Y es que a menudo estamos obligados a pensar y proyectar sobre cuestiones futuras y nuevas y no solo sobre las ya conocidas. Esto nos ayuda a dar respuestas diferentes cuando el ciclo o las circunstancias cambian. Por suerte siempre cambian los proyectos y se renuevan los clientes.
- ¿Es la reforma la tendencia actual?
La inversión inmobiliaria fluye buscando sectores donde desarrollarse. Con el abuso de la nueva construcción, tras la crisis del 2008 se produjo un brusco parón. Pero las desgracias de esta crisis han traído la oportunidad de mejorar la arquitectura preexistente en mal estado y transformar y mejorar el centro de la ciudad, con viviendas flexibles, confortables, más ventiladas y atractivas.El auténtico lujo es ducharte o maquillarte en un baño con luz natural, en el centro de la ciudad, utilizando correderas, acristalamientos, etc. Ese es nuestro reto. La rehabilitación supone una actividad más responsable, menos acumulativa y que hoy da respuesta a una demanda más exigente.
-¿Cómo es el cliente perfecto? ¿Y el arquitecto perfecto?
Un cliente es un compañero de viaje que te encarga conducir una excursión, mientras que el buen guía escucha y es el responsable de conseguir el objetivo final del cliente. Debemos tener en cuenta también que todos los clientes son diferentes, de distintas culturas, experiencias y necesidades, resultando muy estimulante comprenderle para proyectar ese
lugar futuro.
-¿Sus proyectos se adaptan a los bolsillos de los clientes?
Proyectar es buscar y hacerte preguntas, y en esa búsqueda hay renuncias y logros. Lo ideal es que la renuncia de materiales o soluciones no mermen la vivencia global de esos espacios: por ejemplo, un grifo o un mosaico caro no tienen la misma influencia en la vida del usuario que un acristalamiento que deja pasar la luz natural. Recuerdo que mi primer coche fue un 2cv y me encantaba descapotarlo o batir la ventana. Y es que con un presupuesto económico se puede ser muy feliz. Nosotros apostamos por crear proyectos realistas y prácticos dónde la gente vivirá, optimizando todas las posibilidades.
-En los últimos años se han especializado en la rehabilitación de edificios antiguos en el centro de Barcelona. ¿Hacia dónde se encamina este tipo de arquitectura?
El peor problema del centro de la ciudad es la densificación. La calidad de un espacio confortable, donde se resuelvan limitaciones como la escasez de luz y ventilación es indiscutible, por lo que intentamos proyectar viviendas donde fluya la luz natural hasta lo más profundo de ellas. Somos conscientes de que, una vez limitada la superficie disponible, la incorporación de elementos de la naturaleza en las viviendas del centro de la ciudad produce beneficios inmediatos en la calidad de vida de los usuarios.
-¿En qué otros proyectos están trabajando actualmente?
Trabajamos en la rehabilitación integral de diversos edificios de viviendas. Así mísmo, en la rehabilitación de una antigua gran fábrica, donde proyectamos la introducción masiva para todas las viviendas de 1.000 m² de huertos urbanos con reutilización de aguas pluviales, calentamiento por placas solares, etc.
Proyectamos también viviendas unifamiliares en íslas griegas y en Ibiza, cuidando al máximo su relación con el entorno y reinterpretando la tradición arquitectónica.
Conseguir espacios diferentes y mejores
En palabras de Juli Pérez-Català, “me interesa la transformación, la alquimia. Escuchar y leer las condiciones y limitaciones, los puntos fuertes y débiles de un lugar y las necesidades y deseos del cliente para conducirlos a otro lugar, a un espacio diferente y mejor. Me ayudó mucho la etapa inicial de mi carrera en que me encargaban construir los sueños de niños y mayores a través del laboratorio de espacios que es la escenografía. Creo que hay que ser explorador y no temer la aventura”.
Un túnel oscuro llevó a los arquitectos a desplazar la escalera hacia el fondo para crear una ilusión espacial a través del uso de los espejos en paredes y techos, enmarcados por todo el material reciclado de la misma obra.

Apuesta por la casa flexible
La vida de las viviendas es cambiante, como la de sus ocupantes. Y es que, subraya Juli Pérez-Català, “en algunos casos no se usan al 100% los espacios proyectados porque existen habitaciones para familiares o amigos, que solo se ocupan durante un 20% del tiempo”. El número de ocupantes, con el tiempo, crece o decrece: “si esta movilidad la trasladamos a la vivienda, transformándola y compartimentándola solo temporalmente, con armarios-tabiques móviles, correderas ocultas, vidrios para comunicar espacios, etc., se podrá disfrutar siempre del total del espacio disponible”, añade. Al respecto, concluye, “la casa mutante, fácil de transformar, debe posibilitar estos cambios de necesidades proyectando espacios de doble uso”.

